jueves, 20 de mayo de 2010

Defensa del trabajo, ¿lo cualo?

La situación actual lleva inexorablemente a realizar un comentario sobre el tema más en boga de estos días; las medidas anti-crisis del gobierno.

Siento discrepar con mucha de las personas con las que hablo habitualmente y que responsabilizan al partido gobernante de todos nuestros males. Este partido sólo es la punta de lanza de ellos y pienso que en este momento el que estuviese cualquier otro no hubiese cambiado nada el panorama. Como dirían en mi pueblo “son el mismo perro pero con diferente collar”.
Los problemas que tiene este país son más grandes y provienen de años basados en una economía insostenible y de nuestra mentalidad del pelotazo y del enriquecimiento rápido basado en estructuras empresariales endebles. Y eso no viene de cinco ni de diez años, ni por desgracia, es posible cambiarlo en 5.
Por ahora no he oído a ningún partido que proponga esos cambios estructurales y que los planifique en etapas de corto, medio y largo plazo, con acciones en cada uno de ellos. Desde mi humilde criterio esa es la única forma de que un plan de cambio de modelo de economía de este calado pueda funcionar. Eso, y por supuesto, que las acciones sean serias y concretas (no como el famoso plan de sostenibilidad que sólo tenía vaguedades manidas).

Pero el tema que más me crispa es otro.
Resulta que en este país somos unos 23 millones de personas activas. De ellas en este momento sólo 18,5 millones estamos trabajando y de ellas sólo 3,3 millones son funcionarios.
Pues resulta que durante estos dos años de crisis a esos 19,7 millones (23-3,3) que no somos funcionarios nos han estado vilipendiando, despidiendo impunemente, exigiendo compromisos que se traducen en bajadas de salario, en realizar más trabajo y más horas para ser más productivo (otro gran concepto erróneo de la cultura Española; quien más horas echa es el más productivo aunque esté haciendo crucigramas hasta las 8 de la tarde),...
En todo ese tiempo esos “magníficos” sindicatos que tenemos no han dicho nada, no han defendido a nadie y han tragado con todos los EREs, bajadas de salario encubiertas, y exigencias de las patronales locales o asociaciones empresariales sectoriales.
Es más, comienzan a negociar con la patronal el nuevo marco de juego de la vida laboral con unas concesiones tremendas a los “pobres” empresarios y que va a suponer una pérdida de condiciones brutales para todos esos 19,7 millones de personas. Eso si, siempre con la excusa de que si se puede despedir más barato la contratación será más fácil. Que me perdonen los expertos que miran desde su sillón apoltronado o los empresarios que ganan miles de euros mensualmente y tienen blindado su despido, pero esas medidas lo único que generarán es más despido.

Pero resulta que la mayor empresa que somos todos, el estado, decide que los trabajadores públicos deben sumarse a algo, que como he dicho, el resto llevamos viviendo 2 años, y que ya está bien de que vivan en otro mundo.
Y entonces se arma la marimorena. Los sindicatos se movilizan. Comienzan a hablar de huelga general, comienzan a hablar de que no se pueden recortar los derechos sociales,…
Es decir que un colectivo de 3,3 millones y que además tiene un puesto asegurado de por vida y que debería ser el primero en estar preocupado en la balanza de ingresos de la seguridad social, ya que su sueldo lo pagamos todos los cotizantes, tiene más importancia que el resto de 19,7 millones.

Por eso lanzo mi pregunta: ¿dónde estaban y qué han hecho esos magníficos sindicatos durante estos dos años? ¿Qué piensan hacer por mí que no soy funcionario en el futuro cercano? Y es más, ¿cuándo se firme ese despido barato incluirá una cláusula para que el gobierno despida al funcionario apoltronado y caradura que tanto abunda con las mismas condiciones que al resto de la masa laboral?

Porque, lo siento señores sindicalistas, pero me importan un “carajo” esos 3,3 millones de personas a las que yo pago. Es más, me parece injusto que tengan unas condiciones diferentes al resto y me indigna que sólo se le baje un 5% el salario cuando la realidad del país y la realidad en la calle es otra.

Y como decía mi buen amigo Radioactivo-Man en unos de mis blogs amigos; Ucronia Latente; el funcionario que no esté de acuerdo que renuncie a su plaza y venga a ver lo bien que se está en la empresa privada.